Héctor Luis Zarauz López
20/11/2022 - 12:02 am
Ricardo Flores Magón
"Hasta ahora en los estudios 'oficiales' de la Revolución Mexicana, los hermanos Flores Magón y correligionarios han sido interpretados como la facción radical de este movimiento, la rebeldía intransigente, investidos de cierto romanticismo, de la pureza de ideales..."
I.
Este 20 de noviembre se ha conmemorado el 122 aniversario del inicio del movimiento conocido como Revolución Mexicana. Este evento tuvo varios significados por romper con el orden establecido durante 36 años de gobierno de Porfirio Díaz. Si bien la Revolución no cambió todas las estructuras existentes en ese momento, pues se mantuvieron algunas inercias, sí logró establecer nuevos paradigmas en materia de justicia social, orientación de la economía, democracia electoral, educación, etcétera, de manera que significó, muy probablemente, el principal parteaguas histórico del siglo XX en nuestro país.
La Revolución fue un movimiento amplio en el que participaron grupos sociales diversos, como quedó expresado en la naturaleza de sus líderes, Madero un rico hacendado, Carranza un político ex porfirista, Zapata vinculado a las comunidades agrarias, Villa encabezando a sectores de trabajadores, vaqueros y mineros, Obregón y Calles pertenecientes a sectores medios. De la misma naturaleza diversa, fueron las demandas planteadas por cada sector: democracia electoral, reparto agrario, mejores condiciones de vida, etcétera, que quedaron plasmadas en una nueva Constitución promulgada en febrero de 1917.
En consecuencia, la Revolución fue un proceso largo que pasó por varias etapas: la maderista, que reivindicaba el respeto al voto y la no reelección, y que llegó a su fin después del golpe militar urdido por el ejército porfirista encabezado por Bernardo Reyes y Félix Díaz, a quienes se sumaría Victoriano Huerta. Ello dio pauta a la rebelión generalizada por casi todo el país con las huestes de Zapata, Villa, Carranza, Obregón y una serie de caudillos locales, hasta lograr la derrota de Huerta dando inicio la etapa conocida como guerra de facciones, en la que se enfrentaron entre sí los distintos grupos revolucionarios hasta el establecimiento de Venustiano Carranza en el poder y la promulgación de la nueva Constitución en 1917. Algunas interpretaciones de este hecho histórico consideran que la rebelión de Agua Prieta en 1920, en contra de Carranza y que llevaría a Álvaro Obregón al poder, marca el momento final de la Revolución; otros estudios más, consideran que debe incluirse hasta el año de 1924 cuando es derrotada la llamada rebelión Delahuertista, lo cual asentaría en lo sucesivo a los gobiernos emanados de esta contienda; incluso hay quienes valoran que la Revolución no concluiría hasta el periodo de Lázaro Cárdenas (1934-1940), cuando en realidad se llevó a cabo el ideario de justicia social y económica planteado en la Constitución de 1917.
Mucha menos atención, aunque sí existen estudios de académicos y algunos reconocimientos a su participación, se ha dado en torno a los considerados como precursores de la Revolución, situados en torno al Partido Liberal Mexicano (PLM) y los grupos de anarquistas encabezados por Ricardo Flores Magón, quien justo ahora, este 21 de noviembre, cumple cien años de haber fallecido y cuya memoria ha sido evocada y reivindicada por el actual gobierno mediante un Decreto, a través del cual se considera el año 2022 como consagrado a su memoria.
II.
Ricardo Flores Magón, al lado de su hermano Enrique y otros revolucionarios más como Camilo Arriaga, Librado Rivera, Antonio Díaz Soto y Gama, etcétera, son considerados como los precursores de la Revolución Mexicana, debido a la crítica constante y valerosa, ejercida contra la dictadura de Porfirio Díaz.
Su inconformidad con el sistema de explotación y antidemocracia, se dio desde su época de estudiante hacia el año de 1892. Posteriormente su militancia fue tomando mayor forma al reunirse con otros críticos a la dictadura en torno al club Liberal Ponciano Arriaga y al Partido Liberal que tenían como eje fundador a Camilo Arriaga. En paralelo esta crítica al sistema porfirista se vertió en medios periodísticos como Regeneración (fundado en 1900) y El Hijo del Ahuizote, en la creación de células liberales por todo el país y en la redacción y difusión del Plan del Partido Liberal Mexicano (documento redactado en el año de 1906, más bien de carácter jacobino, anti clerical, que exhibía el autoritarismo político y demandaba derechos laborales, la repartición de tierras, se manifestaban contra el mal gobierno y la corrupción, entre otros asuntos), tratando de generar conciencia política entre varios mexicanos de ese tiempo, en particular entre los sectores de obreros y campesinos. Por ello Ricardo y sus compañeros fueron perseguidos acremente y encarcelados en varias ocasiones.
Los hermanos Flores Magón, nativos de Oaxaca (de Eloxochitlán), y en particular Ricardo, son considerados como la parte más radical de la Revolución, por sus ligas ideológicas con la doctrina anarquista. Ricardo era fiel lector de Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Máximo Gorki, etcétera, y bajo ese influjo refundarían y radicalizarían el Partido Liberal Mexicano a partir de 1906.
Las fuentes teóricas, pero también las constantes prisiones, fueron radicalizando al grupo, en especial a Ricardo Flores Magón quien manifestó en sus escritos una suerte de anarquismo sui géneris, adaptado a las condiciones que se vivían en nuestro país. Después de una detención en el año de 1903, Ricardo se decidiría por el exilio en los Estados Unidos radicándose en San Lui Missouri, desde donde publicaría, de nuevo, Regeneración.
No obstante, su aparente aislamiento, su ejemplo de lucha cundió provocando, a través de sus seguidores, algunas movilizaciones (como la huelga en la minera de Cananea en 1906) e incluso rebeliones armadas (destacan las acaecidas en el sur de Veracruz en 1906, en Chihuahua y en Baja California en 1911), con la intención de deponer a la dictadura, mucho antes de que tal planteamiento se diera entre otras esferas políticas.
En Estados Unidos la persecución continuaría por lo cual sufrió prisión, y debió mudarse en varias ocasiones hasta llegar a Los Ángeles. Sería recluido de nuevo en 1918 por manifestarse en contra de la guerra, así fue trasladado a la prisión de Leaveinworth en Kansas City en donde, enfermo y casi ciego, sería asesinado el 21 de noviembre de 1922, estrangulado por un guardia de la prisión según algunas versiones de ese tiempo.
Contra lo que pudiera pensarse, la obra de Ricardo Flores Magón no fue estéril, ni solamente idealista como se interpretó durante mucho tiempo. Por una parte, con su “intransigencia”, mostró las lacras de la dictadura de Díaz, generó un ambiente de conciencia política y creó condiciones para el éxito de la rebelión maderista.
Prueba de ello es que varios de sus correligionarios se integraron a distintas facciones de la Revolución Mexicana, por ejemplo, Enrique Bordes Mangel, Antonio Villareal, Práxedis Guerrero y Roque Estrada (entre muchos otros) se incorporaron al maderismo, otros más como Soto y Gama se ligaron al zapatismo, y así varios más aportando ideas y estrategias políticas, que fueron plasmadas en la Constitución.
Hoy se asume abiertamente la importancia de los anarquistas en nuestra historia al haberse declarado el año de Ricardo Flores Magón. Es claro que con el paso del tiempo su figura ha adquirido mayor dimensión, sobre todo en el campo de los estudios académicos, aunque todavía es insuficiente su reconocimiento.
III.
Hasta ahora en los estudios “oficiales” de la Revolución Mexicana, los hermanos Flores Magón y correligionarios han sido interpretados como la facción radical de este movimiento, la rebeldía intransigente, investidos de cierto romanticismo, de la pureza de ideales por su indeclinable fe en la transformación social, sin embargo, no pareciera, hasta ahora, que los gobiernos anteriores se identificaran con esta corriente crítica.
Tal vez un ejemplo de esa cierta distancia, o por lo menos una relación ambigua entre la figura de Ricardo Flores Magón y los gobiernos emergidos de la Revolución, queda expresada en una temprana edición de sus escritos. Así en el año de 1923, se publicó Verdugos y víctimas, en la imprenta de la Cámara de diputados más tarde, en 1925, se publicó Ricardo Flores Magón: vida y obra, con el apoyo de José Vasconcelos secretario de la SEP en ese momento, impreso en los Talleres Gráficos de la Nación, con apoyo del secretario de Hacienda, Adolfo de la Huerta y del secretario de Gobernación, Plutarco Elías Calles, por si fuera poco la CROM se encargó de distribuir parte de la edición entre sus agremiados. Sin embargo, en ninguna de las publicaciones (que ahora se reedita a cargo de la Cámara de Diputados y de la Fundación Hijo del Ahuizote) se declaraba el respaldo oficial.
Posiblemente por este carácter radical nunca había aparecido, sino hasta ahora, plenamente asumido el magonismo y su líder como parte del “panteón” de héroes de la patria, como forjadores de nuestra historia, pues siempre habían sido vistos como rebeldes irredentos, inconformes “bien intencionados”, mártires de su propia utopía aunque existieran calles, algún auditorio o alguna escuela bautizados con el nombre de Ricardo Flores Magón, e incluso en el año 2000, su nombre quedó inscrito en letras de oro en la Cámara de diputados, sin embargo no parecían estar en el centro del discurso histórico oficial.
En ese sentido no es casual que ahora se integre de manera abierta y reivindicatoria, la figura de este anarquista, como ejemplo de trasformación social. Ello contrasta claramente con las ideas de otros sexenios de evocar la figura de Porfirio Díaz como modernizador del país. Por ello se puede observar como la historia se expresa en símbolos o en construcciones discursivas que representan, claramente, tendencias políticas y orientaciones ideológicas contemporáneas.
Esta ocasión parece ser la primera en que se retoma con tanta fuerza a Flores Magón, poniéndolo en el centro de la discusión historiográfica, resaltando a una figura asociada al radicalismo, con plena identificación como militante de izquierda. Ello desde luego obedece a una intencionalidad de reinterpretación histórica y de reivindicación política.
Me parece que este aniversario es la ocasión propicia para profundizar en el estudio del anarquismo en México, del magonismo, del propio Ricardo Flores Magón y sus seguidores en todo el país, es la oportunidad de recuperar la gesta en la que fue acompañado por otros personajes y en el impacto histórico que tuvieron aquéllos que estuvieron dispuestos a apostar por la transformación profunda del país en una sociedad mejor.
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